Son más de 300 las plataformas contrarias al desarrollo de las grandes plantas de energías renovables que se encuentran activas en España, según la agencia de comunicación estratégica Síntesi.
Entre ellas, identifican a cuatro grupos sociales que las conforman: vecinos, agricultores, profesionales de la ecología y del turismo.
Entre los principales fundamentos que encienden las manifestaciones se observa el uso excesivo del territorio, la afectación de la flora y fauna, la ocupación de espacios que desalientan a otras actividades económicas y la contaminación del paisaje.
“Se ha pasado de la pancarta a la acción. Mientras antes solo eran manifestaciones aisladas, hoy nos encontramos con organizaciones que tienen conexiones entre sí y judicializan los casos, denuncian al PNIEC, incluso a la Unión Europea”, expresa Jordi Martínez, Socio fundador de Síntesi.
En diálogo con Energía Estratégica España, el asesor en estrategias de comunicación destaca que existe una profesionalización de las plataformas, donde ya es común que estén lideradas por abogados.
Asimismo, señala que el rechazo que se veía con gran fervor en el noreste de España (Cataluña, Aragón, País Vasco) hoy se puede percibir en todo el territorio español y la presión es cada vez mayor.
El crecimiento de estos movimientos llegó a que entre ellos conformen asociaciones, compartan sus conocimientos, experiencias, asesoramiento y metodologías.
¿Cuáles son los riesgos?
“Las administraciones han puesto freno de mano en otorgar permisos porque no muchos están dispuestos a ir en contra de tales manifestaciones y exponerse a denuncias”, opina Martinez.
Esto profundiza el riesgo frente a las tramitaciones ya que: el contexto preelectoral y las presiones populares, se suman a los factores que aumentan la incertidumbre de los desarrolladores de proyectos que necesitan de los permisos o de sus avances para financiar y terminar las plantas.
“En los próximos meses habrá un parón muy importante. Incluso se van a perder muchos de los puntos de acceso porque no se han podido ejecutar los proyectos en el tiempo estimado”, describe el referente de Síntesi y añade que no solo es por falta de recursos, sino por retrasos en la tramitación producto de la acción de estos grupos sociales.
¿Hay puntos de diálogo entre las partes?
“Renovables sí pero aquí no”, “Renovables sí pero así no”, dos lemas que identifican estas marchas.
Muchos luchan en contra de las grandes plantas pero defienden y difunden la metodología de autoconsumo particular y colectivo.
Son las grandes instalaciones las que encuentran los mayores rechazos. No obstante, Martinez sostiene que los puntos de encuentro no son tan lejanos como se piensa.
“Estos sectores están abiertos al diálogo y los desarrolladores deben estar dispuestos a escuchar para poder negociar el avance de los proyectos”, indica el ejecutivo.
En este sentido, según su experiencia, sostiene que los acuerdos están relacionados no solo con la reducción de la potencia a instalar, sino con la compensación de lo que se quita.
Es decir: si es necesario talar árboles, se dispone de otro predio donde volver a plantar otros ejemplares. Otra de las opciones es si una actividad se ve perjudicada, la empresa que lleva adelante la planta de generación de energía invierte en espacios que fomentan o ayudan a esa actividad.
¿Cómo prevenir o mejorar la situación?
“Nunca es tarde para entrar en diálogo con la comunidad en donde se vaya a desarrollar el proyecto, aunque es mejor hacerlo cuanto antes”, recomienda el fundador de la agencia de comunicación estratégica Síntesi.
“Si nadie piensa en pedagogía y cultura los nuevos serán más radicales. La energía sigue siendo una gran desconocida”, concluye y al mismo tiempo remarca que es allí donde los empresarios de la energía podrían trabajar con mayor intensidad para prevenir mayores inconvenientes.
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