El amoníaco, una molécula hecha de hidrógeno y nitrógeno, se puede utilizar como portador de energía. Se puede producir con una huella de carbono baja a partir de hidrógeno en geografías con abundantes fuentes de energía renovable como el sol, el agua y el viento, u otra energía baja en carbono.
Ya existe una infraestructura de cadena de suministro global para su producción, transporte y utilización a gran escala para servir a diversas industrias.
Esto permite que las regiones con abundante energía renovable exporten amoníaco a los usuarios finales de todo el mundo, donde se puede volver a convertir en hidrógeno para contribuir a la descarbonización de la industria y la movilidad.
Está previsto que la innovadora planta piloto, que combina un proceso eficiente novedoso con las tecnologías patentadas de Air Liquide, esté operativa en 2024. El Gobierno flamenco, a través de la VLAIO (Agencia Flamenca para la Innovación y el Emprendimiento), ha confirmado un apoyo financiero para el proyecto.
Durante más de 60 años, Air Liquide ha dominado el hidrógeno desde la producción, el transporte, el almacenamiento y la distribución hasta sus usos finales. En el contexto de su plan estratégico ADVANCE, el Grupo se compromete a invertir globalmente aproximadamente 8.000 millones de euros en la cadena de valor del hidrógeno bajo en carbono para 2035.
Michael J. Graff, vicepresidente ejecutivo de Air Liquide Group, resaltó: «El craqueo de amoníaco complementa la ya completa cartera de tecnologías de hidrógeno de Air Liquide y agrega otra solución tecnológica para permitir el desarrollo de un mercado global de hidrógeno. Más que nunca, el Grupo apuesta por hacer del hidrógeno un elemento clave en la lucha contra el cambio climático, en particular para la descarbonización de la industria pesada y la movilidad».
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