En el último informe de la Asociación Española del Gas, Sedigas, se han identificado 2.326 plantas potenciales de producción de biometano distribuidas por todo el territorio español, lo que convierte a España en uno de los más atractivos para el desarrollo de esta tecnología.
Junto con las ayudas del Gobierno y la necesidad del cumplimiento de los objetivos de la transición energética, muchos inversores ya están avanzando en la tramitación de nuevas plantas, al punto que Oscar Bartomeu Orozco, Gerente de Biovec, lo califica como “una fiebre de solicitudes”.
En diálogo con Energía Estratégica España, el especialista en biogás celebra que el sector esté en crecimiento pero, tras el análisis de los expedientes de aquellos proyectos que ya se encuentran en información pública, manifiesta una seria preocupación por la viabilidad de algunos de estos.
“El interés de nuevos actores por invertir en el biometano debe estar acompañado de mayor capacitación”, enfatiza Bartomeu Orozco y advierte que las planificaciones deficientes perjudican la reputación de todo el sector.
Según el gerente, en ocasiones, se plantean proyectos muy grandes sin considerar la disponibilidad de material dentro de un radio razonable para alimentar estas plantas y aclara: “Esto es económicamente inviable pero parece que muchos no lo saben, lo que puede resultar en edificaciones abandonadas que no siempre son bien gestionadas produciendo un impacto negativo en el ambiente y para el sector”.
Otro de los aspectos a mejorar es la selección de ubicaciones adecuadas ya que, para lograr la integración con la comunidad de manera adecuada, debe estar convenientemente alejada de poblaciones y diseñada para evitar olores derivados de la actividad y especialmente del transporte de deyecciones o residuos.
“Una planta de biogás agroganadera, reduce los olores a purín en una población, ya que el digestato genera muchísimo menos, pero una mala ubicación o unas rutas de transporte inadecuadas, son problemas seguros», señala el representante de Biovec y opina que esto produciría una gran cantidad de reclamos por parte de los ciudadanos impidiendo el despliegue de la tecnología, tan necesaria para la transición energética.
Todo ello remite a realizar una mención especial sobre información difundida desde plataformas en contra del biogás con las que comparte la preocupación por el desarrollo de plantas que no cumplen con los requisitos adecuados, pero advierte que “el movimiento ecologista no puede convertirse en un nido de Fake news y debe ser riguroso, dando apoyo a los buenos proyectos y actuando sobre aquellos que no están planificando correctamente”.
No obstante, una de las mayores preocupaciones que deja en evidencia una falta de conocimiento de algunos desarrolladores, según explica Bartomeu Orozco, es que varias plantas que han alcanzado etapa de exposición pública declaran un tiempo de almacén del digestato de 6 o 10 días, considerando la tercerización de su gestión.
Sin embargo, la ley es clara respecto a que, como mínimo, este fertilizante debe almacenarse por un mínimo de 90 días antes de su disposición final, y es necesario acreditar la capacidad de gestión para tener un permiso de gestión.
La pedagogía, el conocimiento y plantear de forma rigurosa los proyectos es imprescindible, para que el sector y las administraciones puedan garantizar un desarrollo sostenible y en esta línea se destaca el rol de Biovec como asesora de ingeniería en gestión ambiental de estos proyectos.
Totalmente de acuerdo, muy bien expuesto y resumido