El almacenamiento de energía es una pieza clave en la transición hacia un sistema energético más sostenible y flexible, con 12 GW de potencia a instalar hacia 2030 según la actualización del PNIEC. Sin embargo, los desafíos que enfrenta su implementación en España son considerables.
En diálogo con Energía Estratégica España, Miguel Marroquín, Managing Director de Our New Energy y desarrollador de diversos proyectos de baterías en tramitación, describe que uno de los principales desafíos en la implementación de baterías es su amortización.
De acuerdo con el experto, el pay back completo se puede alcanzar en aproximadamente 20 años, considerando la necesidad de reemplazar las células de litio al cabo de una década.
Este reemplazo es más asequible que el coste inicial de instalación, ya que no se deben volver a pagar los costes fijos de desarrollo, infraestructura o conexión a la red.
«En la primera vida útil, las células de litio pierden su capacidad de almacenar energía, pero los costes fijos ya se han pagado. Solo hay que reemplazar las células y se pueden extender otros 12 años, mejorando los retornos a largo plazo», aclara Marroquín.
Sin embargo, admite que calcular los costes a futuro es complicado. «Es difícil predecir cuánto valdrá una batería en 10 o 30 años. Pero al extender la vida útil, los beneficios financieros aumentan».
Este proceso también está directamente vinculado al número de ciclos que puede soportar la tecnología y cómo se gestiona el uso de esos ciclos.
Según Marroquín, las baterías tienen una vida útil de entre 9 y 12 años, dependiendo del número de ciclos y la intensidad de uso.
“La batería tiene una garantía por número de ciclos y cómo operas esos ciclos. No es lo mismo que la batería haga dos ciclos al día que uno, ni que lo haga a tope de carga o a mitad de carga”, explica.
Este enfoque sobre la operativa de las baterías no solo influye en la durabilidad del activo, sino también en la rentabilidad del proyecto.
De hecho, la gestión eficiente de los ciclos de carga y descarga puede extender la vida útil de las baterías y mejorar su retorno financiero.
“Nosotros, por ejemplo, dividimos la carga entre dos horas con precios similares para reducir la potencia y así minimizar la degradación de la batería. Este ciclo que salvamos lo podemos utilizar en el futuro, cuando los precios sean más altos”, describe el especialista.
Los desafíos de la tramitación y regulación en España
Uno de los obstáculos más significativos en el desarrollo de proyectos de almacenamiento en España es la tramitación administrativa.
«La tramitación en España es totalmente oscura, los procesos son lentos y la información es escasa. Esto no es exclusivo de las baterías, pero afecta al sector de forma significativa», comenta Marroquín.
Además, la regulación española carece de incentivos claros para el almacenamiento. En comparación con otros países europeos, como Alemania, Dinamarca o Reino Unido, donde las baterías pueden generar ingresos significativos mediante servicios de ajuste, en España estos mercados no están suficientemente desarrollados.
«Hay mecanismos que permiten a las baterías obtener ingresos de la reserva primaria de frecuencia, algo que no se remunera en España», señala el experto.
Este servicio es crucial en caso de fallo del sistema y su falta limita la rentabilidad de los proyectos.
De esta manera, Marroquín enfatiza la importancia de que se adopten mejores prácticas a nivel europeo para que España pueda aprovechar el potencial del almacenamiento. «Podemos aprender mucho de otros países que han desarrollado estos servicios de manera más transparente y meritocrática», añade.
La hibridación: una oportunidad menos rentable
La hibridación de baterías con plantas de energía renovable ha sido vista como una solución para optimizar el uso de la infraestructura existente y reducir costes.
No obstante, el referente de Our New Energy no está convencido de que sea la mejor estrategia a largo plazo.
«En principio, puede parecer más barato conectar una batería a una planta ya existente, pero los ingresos que se obtendrán durante los próximos 20 años no serán los mismos que si la batería estuviera donde realmente tiene que estar», argumenta.
La ubicación de las baterías es crucial para maximizar su rentabilidad.
Mientras que la hibridación permite aprovechar la infraestructura de una planta solar o eólica, Marroquín señala que situar las baterías en puntos estratégicos de la red, como en Valencia o Mallorca, puede ofrecer mayores beneficios a largo plazo.
«Mallorca, por ejemplo, depende en un 80% de energía fósil. Si quiere crecer en renovables, necesitará un recurso flexible como el almacenamiento», desarrolla.
Este enfoque más estratégico será fundamental para asegurar la rentabilidad en un sector donde cada decisión operativa tiene un impacto significativo.
Perspectivas futuras: más de 300 MW en tramitación
Aprovechando los conocimientos obtenidos de trabajar junto a otras empresas expertas en el sector del almacenamiento, Marroquín y su equipo están actualmente desarrollando alrededor de 300 MW de capacidad de almacenamiento en 25 proyectos repartidos por diversas regiones del país, incluyendo Valencia, Mallorca y Girona.
«Todos están en tramitación y esperamos poder construir y operar los 300 MW en un plazo de dos años, si los permisos avanzan», afirma.
La flexibilidad que ofrecen las baterías para almacenar energía y su capacidad de adaptarse a la demanda del sistema eléctrico serán claves para el éxito de estos proyectos.
Sin embargo, Marroquín recalca que el éxito dependerá en gran medida de la velocidad con la que España mejore su regulación y simplifique los procesos administrativos.
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