La demanda es uno de los aspectos que más preocupa en la agenda actual del sector energético, ya que el descenso de la misma, la gran penetración de renovables y la falta de un sistema de redes de transporte y distribución acorde generan vertidos e incertidumbre sobre la rentabilidad de futuros proyectos renovables. 

Según el último boletín mensual de Red Eléctrica, en el mes de julio la demanda de energía eléctrica en el sistema peninsular experimentó en el mes de julio un descenso del -0,5%, que una vez corregida la variación fue del -1,6% respecto al mismo mes del año anterior. 

En ese marco, Abelardo Reinoso, consultor y asesor técnico de redes eléctricas y energía, asegura que la caída de la demanda genera incertidumbre en el sector y que podría frenar las inversiones en nuevos proyectos renovables. 

“La disminución de la demanda eléctrica tiene un impacto directo sobre la viabilidad económica de nuevos proyectos renovables. A medida que la demanda disminuye, la necesidad de nueva capacidad de generación se reduce”, señala en diálogo con Energía Estratégica España. 

Por otro lado, el informe señala que durante el mes de julio la generación de energías renovables fue del 56,6% debido a un aumento en la mayoría de tecnologías renovables y al descenso del ciclo combinado, carbón y cogeneración.

La tecnología solar fotovoltaica fue la principal fuente de generación con el 24,9% del total de producción, seguida de la nuclear con un 22% y la eólica en un 17,7%. Estas cifras reflejan la entrada en operación de nuevas instalaciones renovables, lo que es positivo para el sector. Sin embargo, el aumento de penetración junto a la caída de la demanda genera incertidumbre en el sector.

“El actual nivel de demanda provoca un exceso de capacidad instalada, lo que afectará, de una u otra manera, a la rentabilidad de las plantas renovables y podría frenar nuevas inversiones. Es relevante destacar que, en julio, la generación eólica alcanzó el equivalente a cinco días completos de producción, mientras que la fotovoltaica superó ligeramente los diez días equivalentes, pese a representar cerca del 25% y el 21% de la potencia instalada, respectivamente”, analiza Reinoso.

 Sin embargo, enfatiza que  la preocupación del sector no se limita únicamente a la caída de la demanda, sino que el entorno económico nacional e internacional no está mostrando “indicios claros” de una reindustrialización que permita impulsar el crecimiento de la producción y el consumo en el corto plazo.

Y apunta: “Este desacoplamiento entre el consumo, la generación y el desarrollo económico representa un desafío significativo que no es fácil ni inmediato de resolver”.

Consecuencias en los precios de la energía 

El boletín de Redeia señala que el precio medio mensual del mercado diario fue de 72,31 euros por MWh durante el mes de julio, lo que representó un aumento del 28,9% respecto a junio, pero una caída del 20,1% respecto a julio del 2023.

Reinoso asegura que la combinación de la demanda menguante con una alta penetración de energías renovables ejerce una “presión considerable sobre los precios de la energía”.

“Con más generación renovable y una demanda estancada, los precios tienden a bajar, particularmente durante las horas de máxima producción renovable, como las horas centrales del día en el caso de la solar. Esto lleva a situaciones donde los precios sean tan bajos que los generadores renovables se vean obligados a verter energía no utilizada o a venderla a precios extremadamente bajos, e incluso negativos”, detalla el consultor y advierte que esta dinámica podría desincentivar la inversión en nuevas capacidades de generación renovable a corto plazo. 

¿Cómo impulsar la demanda?

Especialistas del sector apuntan al aumento de la demanda como una de las claves para asegurar la transición energética y descarbonización de la economía española.

Por su parte Reinoso manifiesta que la electrificación de sectores productivos será un proceso largo y que no se podrá aplicar de manera eficiente a todos los segmentos.

“La electrificación del transporte, así como de procesos industriales en sectores como la siderurgia, cementeras y química, junto con las inversiones en centros de datos, que son grandes consumidores de energía y podrían operar en muchas horas con electricidad 100% renovable, son algunas de las estrategias con mayor potencial”, detalla.

“No obstante, su éxito depende de garantizar un suministro energético fiable y a costes competitivos y  de su madurez técnica y económica”, agrega.

Por otro lado, apunta al desarrollo de tecnologías de almacenamiento como clave para un sistema con alta penetración de fuentes renovables variables como la eólica y la solar fotovoltaica.

“El almacenamiento debe integrarse en la operación del sistema eléctrico, asegurando el suministro, estabilizando los precios y minimizando los vertidos. Además, el almacenamiento tiene la capacidad de ofrecer servicios auxiliares esenciales, como la regulación de frecuencia y la gestión de congestiones en la red, mejorando la resiliencia del sistema frente a fluctuaciones rápidas en la producción o la demanda”, resalta el consultor. 

Además, enfatiza en que es crucial que la regulación siga avanzando y que habrá que esperar cómo impactará la propuesta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en la definición de los patrones operativos de las instalaciones de almacenamiento.

“Como resumen, es importante abordar de manera integral los retos y oportunidades que presenta la transición energética en España, con especial atención a la demanda, la regulación y la tecnología disponible en cada momento, sin perder de vista que los costes y esfuerzos que deban soportar los consumidores serán los que deben marcar los tiempos”, concluye.

Boletín mensual de julio de Red Eléctrica