En un contexto donde la transición energética está redefiniendo el uso del territorio en, Ibai de Juan Ayuso, ambientólogo y doctorando en Geografía Humana y Energías Renovables en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), ha desarrollado el concepto de coeficiente dinámico de densidad de potencia pico en plantas de energía fotovoltaica.
En diálogo con Energía Estratégica España, el investigador detalla que este coeficiente se basa en el análisis de 412 instalaciones fotovoltaicas registradas entre 2014 y 2023, tomando en cuenta datos del RAIPRE (Registro Administrativo de Instalaciones de Producción de Energía Eléctrica) y de evaluaciones de impacto ambiental.
“Este indicador, que actualmente oscila entre 0,5 y 0,6 MWp por hectárea (MWp/ha), ha mostrado un aumento de casi el doble respecto a las primeras instalaciones entre 2007 y 2008”, señala y aclara que la tendencia es más pronunciada “especialmente desde 2019, debido a mejoras tecnológicas y ajustes en los diseños de las plantas”.
Estas innovaciones incluyen configuraciones más compactas y paneles de mayor rendimiento, lo que reduce la superficie necesaria para alcanzar altos niveles de generación eléctrica.
Entre los datos que aporta su análisis, también se destaca que la superficie ocupada por estas instalaciones pasará del 0,12% del territorio nacional en 2024 a duplicarse en 2026, alcanzando el 0,25% del total.
Esta expansión responde al creciente interés por la transición energética, pero plantea retos en términos de sostenibilidad y uso del territorio.
Cabe aclarar que el estudioso sólo pudo obtener registro de plantas de entre 10 y 600 MW, con lo cual no incorpora muchas de las instalaciones de autoconsumo.
Patrones de concentración: áreas urbanas funcionales y desafíos territoriales
El estudio de De Juan Ayuso revela que las instalaciones fotovoltaicas tienden a concentrarse cerca de los grandes centros de consumo, como Madrid, Sevilla y el corredor del Ebro, siguiendo un modelo de distribución ligado a las áreas urbanas funcionales, es decir: debido a su cercanía con focos industriales y residenciales.
Este patrón, según el consultor, responde a la necesidad de reducir pérdidas en la transmisión y acercar la generación a los puntos de mayor demanda, pero también genera tensiones con otros usos del suelo, especialmente en regiones como Toledo y Guadalajara, que han experimentado una notable reducción en sus servicios ecosistémicos.
Asimismo, detalla que este fenómeno puede observarse en sus mapas de densidad, donde se aprecia que “desde 2018 hasta la actualidad las nuevas instalaciones de generación de mayor potencia han pasado a situarse principalmente en las segundas coronas metropolitanas, conformando un modelo centralizado”.
Sin embargo, este modelo plantea dudas sobre la sostenibilidad, ya que estas áreas también son clave para otros usos del suelo.
Con una proyección de más de 25 GW en capacidad instalada para los próximos tres años, la optimización del coeficiente dinámico podría ser un factor clave para evaluar y minimizar el impacto sobre el territorio.
No obstante, De Juan Ayuso advierte que “la falta de un registro claro que consolide toda la información sobre las instalaciones, incluidas las de autoconsumo, dificulta evaluar con precisión los impactos futuros”.
Esto subraya la importancia de mejorar los sistemas de seguimiento y planificación territorial.
El experto concluye que, además de optimizar el uso del suelo, será crucial “fomentar la instalación en tejados y otras superficies improductivas” en lugar de priorizar terrenos agrícolas o ecológicamente sensibles.
Este enfoque permitirá una transición energética más equilibrada y sostenible.
0 comentarios