La transición energética en Europa está llevando a una menor dependencia del gas, pero episodios de intermitencia en renovables, conocidos como Dunkelflaute, están generando una mayor volatilidad en su demanda. Este término, que significa «calma oscura» en alemán, describe periodos donde las condiciones climáticas reducen significativamente la generación de energía solar y eólica. Durante 2024, estos eventos pusieron a prueba la capacidad del sistema energético europeo para adaptarse.
«La generación a gas sigue siendo el principal respaldo para el sistema eléctrico europeo», destaca el informe del New Oxford Institute for Energy Studies (OIES). Los episodios de Dunkelflaute en enero y noviembre de este año fueron particularmente críticos, aumentando la necesidad de plantas de gas para suplir las caídas en la generación renovable. En noviembre, la baja disponibilidad de viento y agua llevó a que la participación del gas en el mix energético alcanzara el 21 %, la cifra más alta desde 2022.
Volatilidad en la demanda de gas
Aunque el consumo general de gas en Europa ha disminuido en los últimos tres años, cayendo aproximadamente un 20 % desde 2021, su demanda en el sector eléctrico se ha vuelto más impredecible. «El gas ya no es solo una fuente de flexibilidad a corto plazo, sino que su uso es ahora más volátil y menos predecible», explica el OIES.
Los episodios de Dunkelflaute suelen coincidir con temperaturas frías, como ocurrió en enero de 2024, aumentando simultáneamente la demanda de calefacción y electricidad. Este fenómeno duplicó la extracción de gas desde los depósitos subterráneos, con un retiro de 10 bcm (mil millones de metros cúbicos) en solo 13 días. Durante noviembre, las extracciones alcanzaron los 4,5 bcm en apenas dos semanas, reflejando el impacto directo de esta intermitencia en los sistemas energéticos europeos.
La creciente integración de renovables, que representaron entre el 45 % y 50 % de la generación eléctrica mensual en 2024, intensifica esta volatilidad. A medida que las tecnologías limpias desplazan a los combustibles fósiles, el gas ha pasado de ser una fuente de energía de base a ser un respaldo crítico. Sin embargo, esta transición no está exenta de retos, especialmente en un contexto donde el gas enfrenta un uso más intermitente y dependiente de las condiciones climáticas.
La flexibilidad del suministro como clave
Ante estos desafíos, la flexibilidad del suministro es crucial. Europa ha recurrido a dos pilares: el almacenamiento de gas y el gas natural licuado (GNL). Durante los picos de demanda en enero y noviembre, el GNL y los almacenamientos cubrieron gran parte de las necesidades del mercado. En noviembre, las extracciones de almacenamiento alcanzaron los 5,9 bcm, mientras las terminales de GNL operaron al máximo.
El informe subraya la importancia del almacenamiento subterráneo, que ofrece hasta 20.000 GWh diarios de capacidad de extracción, suficiente para cubrir los picos más extremos. Sin embargo, «la capacidad para responder a fluctuaciones diarias sigue siendo desigual entre países europeos», señala el documento. Alemania, Francia e Italia concentran el 75 % de la capacidad de almacenamiento del bloque, lo que resalta la necesidad de una mayor coordinación regional.
En paralelo, el GNL ha sido clave para garantizar la estabilidad del sistema. Con un aumento del 40 % en las importaciones desde 2022, este recurso ha permitido complementar la pérdida de gas ruso tras la invasión de Ucrania. Las terminales europeas de regasificación, que operan al 90 % de su capacidad, han demostrado ser un componente esencial para afrontar la volatilidad del mercado.
Soluciones para un sistema resiliente
El reporte del OIES concluye que Europa debe invertir en tecnologías que complementen las renovables y reduzcan la dependencia del gas, como baterías de larga duración y respuesta de la demanda. «El mercado ha demostrado su capacidad para responder a picos de demanda, pero la transición energética requiere soluciones más sostenibles a largo plazo», asegura el instituto.
Mientras tanto, el gas natural sigue siendo indispensable como respaldo. El desarrollo de una infraestructura más flexible y diversificada será esencial para enfrentar futuros episodios de Dunkelflaute. La coordinación entre países, el fortalecimiento de los sistemas de almacenamiento y la modernización de las redes serán determinantes para garantizar una transición energética efectiva y resiliente.
Además, la mejora en la previsión climática y la optimización del despacho de plantas renovables podrían reducir la frecuencia y magnitud de estos picos de demanda, disminuyendo la presión sobre los sistemas tradicionales. En última instancia, el equilibrio entre la generación renovable y la flexibilidad del sistema marcará el éxito de la estrategia energética de Europa.
0 comentarios