La COP29, celebrada en Bakú, Azerbaiyán, marcó un hito en la lucha climática al establecer compromisos significativos, pero también evidenció limitaciones estructurales y tensiones entre países del Norte y el Sur global. 

España destacó como uno de los actores clave en las negociaciones, especialmente en el ámbito de las energías limpias, pero las críticas sobre la falta de ambición general no pasaron desapercibidas.

“España ha logrado posicionarse como líder en renovables gracias a su compromiso con la transición energética y su capacidad de establecer alianzas estratégicas”, afirma Pedro García Gómez, director de la División de Energía y Renovables en Salvador Escoda, S.A., y ex presidente de ACTECIR. 

Sin embargo, el experto también comparte con Energía Estratégica España que «la falta de decisiones vinculantes y la postergación de temas cruciales como la eliminación de combustibles fósiles son un lastre para la acción climática efectiva».

Hidrógeno verde: una apuesta estratégica

En el marco de la Declaración del Hidrógeno, España reforzó su compromiso con esta tecnología clave para la descarbonización global. 

García Gómez subraya que “el hidrógeno renovable representa una oportunidad única para liderar en el mercado internacional, pero los países deben superar barreras tecnológicas y regulatorias para que su implementación sea viable a gran escala”.

España, gracias a su experiencia en hidrógeno verde, impulsó iniciativas concretas para su expansión y contribuyó activamente en las discusiones sobre estándares internacionales. 

“No basta con tener metas ambiciosas; necesitamos proyectos tangibles y financiación adecuada para cumplir con estas promesas”, recalca el experto.

Financiación climática: avances insuficientes

La cumbre formalizó acuerdos como el “Objetivo de Financiación de Bakú”, prometiendo 300.000 millones de dólares anuales para los países en desarrollo hasta 2035. 

Sin embargo, este monto sigue siendo insuficiente frente a los 1,3 billones que dichos países estiman necesarios para enfrentar la crisis climática. 

“El problema no es solo la cantidad, sino también la falta de mecanismos vinculantes que aseguren su cumplimiento”, señala el referente y añade que “es inaceptable que se fijen metas financieras sin mecanismos claros que garanticen su cumplimiento. Esta falta de seriedad compromete la credibilidad de los acuerdos internacionales».

España lideró propuestas dentro de la UE para reformar las instituciones financieras multilaterales, buscando flexibilizar requisitos y facilitar el acceso a capital para países en desarrollo. 

Además, promovió la movilización de capital privado como un complemento esencial a los recursos públicos.

Alianzas y mercados de carbono: oportunidades y desafíos

España se destacó en la creación de alianzas internacionales, como su participación en la Asociación Acelerada para las Energías Renovables en África y proyectos similares en Asia Central. Estas iniciativas buscan garantizar un enfoque inclusivo y equitativo en la transición energética global.

En cuanto a los mercados de carbono, España insistió en establecer salvaguardas ambientales y sociales sólidas para prevenir el «greenwashing». 

“El Artículo 6 del Acuerdo de París avanza técnicamente, pero seguimos enfrentando riesgos significativos de duplicidad de contabilidad y compensaciones que perpetúan el status quo”, alerta García Gómez.

El gran reto: abandonar los combustibles fósiles

Uno de los puntos más controvertidos de la COP29 fue la incapacidad de acordar un calendario para la eliminación progresiva de combustibles fósiles. Grandes productores como Arabia Saudita y Rusia bloquearon las negociaciones, postergando el debate para la COP30.

Para García Gómez, esta falta de acción es un reflejo de «la resistencia de los países más contaminantes a asumir responsabilidades históricas, lo que pone en riesgo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C».

La COP29 fue un escenario de logros técnicos, como la ampliación de los compromisos en energías renovables y mercados de carbono, pero también de frustraciones ante la ausencia de decisiones vinculantes en áreas clave. 

España, como líder en renovables e hidrógeno verde, tiene la oportunidad y la responsabilidad de demostrar que es posible equilibrar el crecimiento económico con una transición energética sostenible. 

“El tiempo para compromisos insuficientes ha terminado. Es hora de liderar con acciones concretas”, concluye García Gómez.