Durante el encuentro “¿Cómo acelerar la transición hacia las energías renovables en el País Vasco?” coordinado por la Universidad de Deusto, se ha criticado las fuentes de información que difunden la actividad de generación de renovables. 

Entre los puntos de vista de los ponentes coincidieron en que la valoración de los proyectos debe ser global, analizando los pros y contras en el corto y largo plazo. 

Para esto remarcaron que es necesario transmitir la información de manera clara a los ciudadanos: ¿Por qué se hace una instalación en determinado momento? ¿Por qué en esa zona? ¿Cuáles son los impactos negativos y por qué aún así se toma la decisión de hacerlo, describiendo las consecuencias positivas que los compensan?

En este marco se presentó el Estudio 40dB sobre Oposición a las Renovables en Euskadi que demostró el alto rechazo por estas tecnologías, sobre todo en las zonas rurales. 

Asimismo, se observa que, en el caso de la fotovoltaica el rechazo no es por la escala, sino por su ubicación. 

Por lo tanto, los promotores y desarrolladores hicieron foco en la comparación de las instalaciones renovables con cualquier otra actividad comercial a la que no se le cuestiona más de lo que la normativa implica. 

El Director Técnico del Ente Vasco de la Energía, Javier Marqués, propuso: “Exigimos a las renovables lo que no les exigimos a otras fuentes de energía” y añade que para mejorar esta situación es necesario mejorar la comunicación de los proyectos. 

En este sentido, destaca algunos aspectos que pueden contribuir a una mejor aceptación de las renovables: planificación y estrategia energética, urbanística y ambiental, que incluyan a los ciudadanos. 

En la misma línea de pensamiento, Unai Alaña Díaz de Guereñu, Responsable de Análisis Económico Regulatorio de Iberdrola, opina que a los proyectos de energías renovables se les exige algo más pero esto requiere de una participación activa por parte de la sociedad, como sucede en las comunidades energéticas. 

“Hay que ser conscientes de que son inversiones productivas, es decir que producen valor”, explica y reclama señales claras de las administraciones, ya que considera que para que los inversores se comprometan, se necesita un marco estable para el funcionamiento.

Al respecto, Alaña Díaz de Guereñu, declaró: “No vale cambiar continuamente en función de lo que conviene o no dada la coyuntura” y calificó a la realidad española como un escenario de incertidumbre ya que es difícil prever el futuro en los plazos de 3, 4 años que se necesitan para llevar a cabo los proyectos.

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