Francia avanza en la consolidación de su mercado de energía eólica marina con cerca de 10 proyectos en etapas de construcción, planificación o listos para ejecutarse. Romero Moreira, Offshore Wind Engineer en Empire Engineering, asegura a Energía Estratégica España que el país se encuentra en una posición estratégica, pero aún con retos importantes frente a otras potencias como el Reino Unido.
«Francia hoy está como Reino Unido estaba hace 5 o 10 años, pero con tecnologías distintas y un enfoque más regulatorio», comenta Moreira. Este modelo, liderado por el gobierno francés, contrasta con la iniciativa privada predominante en el Reino Unido, donde las empresas son responsables de la planificación, producción y exportación de electricidad. «En Francia, el gobierno prepara el alcance de los proyectos y luego llama a las empresas para participar», explica el ingeniero.
Francia y el Reino Unido: planificación versus agilidad empresarial
El enfoque francés reduce riesgos para los inversores, aunque sacrifica algo de flexibilidad. «Francia es conocida por ser un mercado más controlado, con una fuerte presencia gubernamental, lo que ofrece mayor seguridad en comparación con el modelo más ágil del Reino Unido», señala Moreira.
Este marco regulatorio incluye metas claras para 2035 y 2050, con objetivos de hasta 18 GW y 45 GW operativos respectivamente, lo que impulsa la confianza de los inversores.
En contraste, la infraestructura de exportación eléctrica es una fortaleza en Francia. «Mientras en Reino Unido las empresas manejan la infraestructura de exportación, aquí está a cargo de RTE, lo que disminuye los riesgos para los desarrolladores», afirma.
Infraestructura portuaria: un cuello de botella crítico
A pesar de los avances regulatorios, la infraestructura portuaria sigue siendo un gran desafío. «En Francia no hay suficientes instalaciones portuarias preparadas para la producción y almacenamiento de componentes eólicos», advierte Moreira. El ingeniero destaca la necesidad de espacios amplios tanto para el montaje como para el almacenamiento de grandes estructuras, como flotadores y fundaciones.
«Se requieren puertos especializados: unos para la fabricación y otros para el almacenamiento y logística», detalla, mencionando que países como Polonia y España han desarrollado proyectos avanzados en esta área.
El reto de la eólica flotante frente a la fija
Francia también enfrenta desafíos técnicos en el desarrollo de proyectos flotantes. «La reciente subasta para el parque flotante O5 en Bretaña sorprendió por su precio contractual, similar al de los parques fijos, a pesar de que las tecnologías flotantes aún son incipientes», menciona Moreira. Este escenario genera dudas sobre la rentabilidad a largo plazo, aunque también marca un punto de partida para la industria.
Según el ingeniero, las próximas subastas y proyectos ayudarán a determinar la viabilidad y rentabilidad de estas tecnologías dentro de sus respectivos rangos de profundidad. Las estructuras flotantes son generalmente más adecuadas para aguas profundas, mientras que las estructuras ancladas fijas, como los monopilotes y jackets, son más apropiadas para aguas poco profundas.
Colaboración internacional y dependencia de otros mercados
La colaboración internacional será clave para superar las limitaciones de producción en Francia. «Países como Holanda y el Reino Unido son aliados estratégicos, gracias a sus puertos e infraestructura avanzada», dice Moreira. Sin embargo, advierte sobre la creciente dependencia de productos y tecnologías provenientes de China, lo que podría limitar la autonomía de los mercados europeos.
«Aunque hay cláusulas de contenido local, no es posible depender exclusivamente de Europa para todas las necesidades del sector», comenta. Esta dinámica subraya la importancia de acuerdos internacionales y de la experiencia compartida entre mercados.
Perspectivas a futuro
Romero Moreira concluye destacando el potencial de Francia para convertirse en un ejemplo global de planificación y seguridad en el sector de energía eólica marina. «Creo que Francia demostrará que un mercado más controlado y seguro puede ser eficiente y atractivo para los inversores», afirma.
La combinación de planificación a largo plazo, regulación sólida y avances tecnológicos posiciona a Francia como un actor clave en la transición energética global, aunque con desafíos significativos en infraestructura y costos.
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