En el marco del evento A New European Energy Landscape Budapest Energy and Security Talks 2024, organizado por el Equilibrium Institute, se debatieron los desafíos y oportunidades clave en la transición energética de Europa Central.
La región enfrenta un momento decisivo en su esfuerzo por dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles y adoptar un futuro energético más sostenible.
La diversificación de fuentes energéticas, el desarrollo de energías renovables y la implementación de nuevas tecnologías son pilares fundamentales en este proceso, que también plantea importantes retos económicos, políticos y sociales.
Expertos en la materia opinaron al respecto. Participaron como speakers Paul Domjan, fundador y Chief Policy and Global Affairs Officer de Enoda en Londres; Frank Umbach, jefe de investigación en EUCERS/CASSIS, Universidad de Bonn; y Georg Zachmann, investigador senior en políticas energéticas y climáticas en el Bruegel Institute de Bruselas.
Barreras de la transición energética
Uno de los principales desafíos discutidos fue la dependencia histórica de Europa Central de los combustibles fósiles rusos. Durante décadas, países de la región han dependido de Rusia para su suministro de gas y petróleo.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia exacerbó las vulnerabilidades asociadas a esta dependencia, generando la urgencia de diversificar las fuentes de energía.
Sin embargo, desvincularse de estos lazos energéticos será un proceso prolongado y complejo, que requiere una estrategia a largo plazo para asegurar la estabilidad energética.
Además, las infraestructuras energéticas obsoletas en Europa Central presentan un obstáculo significativo para la integración de energías renovables. Las redes eléctricas actuales no están preparadas para gestionar grandes volúmenes de energía intermitente, como la solar y la eólica, lo que plantea la necesidad urgente de modernizar las infraestructuras.
Al respecto, Frank Umbach declara: “Alemania debió haber comenzado hace 10 años la modernización, expansión y digitalización de sus redes eléctricas para transformarlas en redes inteligentes. Se estima que este proceso requerirá una inversión de entre 200.000 y 300.000 millones de euros”.
“A nivel europeo, la Comisión Europea calcula que las redes necesitarán una inversión cercana a los 700.000 millones de euros. Cada año celebramos en Alemania el aumento de capacidad de energía renovable, lo cual es positivo, pero el verdadero problema es que gran parte de esta nueva energía no puede ser transportada a los consumidores”, detalla.
Si bien el ejecutivo ejemplifica la situación al hablar particularmente de Alemania, es una problemática que se repite en diversos países del continente.
Por otro lado, otro reto destacado mencionado por los participantes es la complejidad de la transición energética, que no se limita a cuestiones tecnológicas. Este proceso involucra desafíos políticos, económicos y sociales de gran envergadura.
Desde su perspectiva, Paul Domjan aclara que esto se debe a que “el desafío de que el cambio hacia la energía renovable está realmente impulsado por un ímpetu político”.
Con esto se refiere a que “a lo largo de la historia, las grandes transiciones tecnológicas, como lo vemos hoy con la IA, han comenzado con innovadores desarrollando algo nuevo, y luego la política y los negocios tratan de ponerse al día, entendiendo cómo aprovechar esa tecnología. Sin embargo, en la transición energética ha ocurrido al revés: comenzó con un fuerte impulso político, y la innovación ha tenido que alcanzarlo”.
Dicha dinámica inusual, donde la presión política ha precedido al desarrollo tecnológico, puede resultar en medidas apresuradas que no alinean con las capacidades del sector innovador, creando desajustes que podrían ralentizar el progreso hacia la sostenibilidad.
En otro orden de ideas, la inversión necesaria para desarrollar nuevas infraestructuras, así como el costo de implementar nuevas tecnologías, genera a su vez inquietudes sobre el impacto en la competitividad industrial del centro de Europa.
Asimismo, la transición podría aumentar la presión sobre los consumidores, especialmente con la fijación de precios del carbono, que si bien es efectiva para impulsar la descarbonización, también puede incrementar los costos energéticos para los ciudadanos y las empresas.
Georg Zachmann se suma en esta instancia del debate para manifestar su preocupación: “Se estima que, si no se toman medidas, el costo podría alcanzar los 200 euros por tonelada, lo que generaría un shock en los precios de la energía similar al experimentado en los últimos años”.
“Este escenario sería inaceptable para los responsables políticos, quienes se verán obligados a intervenir a nivel nacional mediante regulaciones y planes de calefacción en Alemania, así como la expansión de sistemas de calefacción urbana. Todos los Estados miembros están adoptando medidas en este sentido”, añade posteriormente.
Finalmente, la dependencia de materiales críticos, como el litio y las tierras raras, que son esenciales para la producción de tecnologías renovables y que provienen mayoritariamente de China, es mencionada por los expertos como otra barrera crucial.
La misma plantea nuevos desafíos geopolíticos, ya que la seguridad en la cadena de suministro se convierte en una prioridad estratégica para garantizar el acceso a estos materiales en el futuro.
Umbach explica: “La relación con China es particularmente preocupante, no solo en la fase de extracción, sino aún más en la de refinación y procesamiento. A medida que avanzamos rápidamente hacia una transición energética verde impulsada por políticas climáticas, la demanda de estos materiales se incrementa considerablemente”.
Oportunidades en la transición energética
A pesar de los desafíos, las oportunidades para Europa Central son numerosas. La región cuenta con un vasto potencial de desarrollo de energías renovables, especialmente en fuentes como la solar, la eólica y la biomasa. Estas energías no solo pueden contribuir a la seguridad energética, sino que también juegan un papel fundamental en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, la innovación tecnológica en áreas como el hidrógeno verde, los pequeños reactores modulares y las redes inteligentes ofrece soluciones viables para superar los obstáculos técnicos de la transición energética.
La creación de una economía verde también se perfila como una oportunidad clave para la región. La transición energética puede generar nuevos empleos en sectores como las energías limpias y la eficiencia energética, fomentando el crecimiento económico a través de la innovación.
Aunque la transición energética requiere inversiones considerables, a largo plazo puede mejorar la competitividad de Europa Central al reducir la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles y fomentar la innovación tecnológica.
En este contexto, la diversificación energética es esencial. Aumentar la importación de gas natural licuado (GNL) de proveedores confiables, desarrollar energías renovables nacionales y explorar alternativas para los materiales críticos son pasos fundamentales para garantizar la seguridad energética de la región.
Al mismo tiempo, la integración de nuevas tecnologías requerirá un esfuerzo continuo en investigación y desarrollo para reducir costos y mejorar la eficiencia de soluciones como el almacenamiento de energía y la gestión de redes inteligentes.
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