Agrupa Energía es una organización pionera en la implementación de comunidades energéticas en España. Con sede en Cataluña, se especializa en diseñar soluciones integrales para la generación, almacenamiento y distribución de energía renovable a través de modelos colectivos.
Cuenta con una de las comunidades energéticas más grandes de España, con 1.300 kW pico instalados que benefician a 2.600 familias en un radio de dos kilómetros, en el Valle Obregat, Barcelona.
Pese a que las comunidades energéticas son esenciales para cumplir con los compromisos de la Unión Europea, que establece que para 2030 se debe alcanzar un 50% de descarbonización en las emisiones locales, Miguel Ángel Lozano, Presidente de Agrupa sostiene que su implementación enfrenta una serie de retos perfectibles en cada paso del proceso.
Primero: La formación del grupo motor y el diseño del proyecto
Todo comienza con un grupo motor compuesto por cinco personas, empresas o entidades que impulsan la iniciativa. Estas identifican los techos disponibles para paneles solares y comunican los beneficios del proyecto a los consumidores locales.
En diálogo con Energía Estratégica España, Lozano afirma que esta fase es crucial para crear comunidades sólidas: “No se trata solo de instalar paneles; el éxito está en generar confianza y colaboración. La energía debe ser un bien compartido y sostenible”.
La ubicación estratégica permite reducir costos y emisiones. Por ejemplo, el modelo de kilómetro cero energético asegura que el consumo se mantenga local, eliminando la necesidad de peajes e impuestos asociados.
Además, los costos para los consumidores pueden ser hasta un 20% inferiores al precio del mercado eléctrico, lo que incentiva su participación.
Segundo: La solicitud del punto de evacuación
Este es el paso más crítico y lento del proceso. La autorización para evacuar energía hacia la red eléctrica puede tomar entre tres y seis meses, dependiendo de la región y la carga administrativa.
“En muchos casos, el punto de evacuación más cercano está en una ubicación estratégica que debe ser aprobada por la red eléctrica española. Esto puede alargar significativamente los plazos”, comenta Lozano.
La falta de agilidad en este trámite genera un desafío financiero para las comunidades energéticas, que deben mantener el proyecto mientras se completa la autorización.
En este sentido, añade que “la viabilidad financiera requiere un respaldo sólido, porque los costes operativos siguen activos incluso durante los retrasos administrativos”.
Tercero: Ejecución de la obra y puesta en marcha
Una vez aprobada la evacuación, se inicia la instalación de los paneles solares, inversores y baterías. Este proceso puede durar entre cuatro y cinco meses, dependiendo de la magnitud del proyecto.
Agrupa Energía prioriza la contratación de instaladores locales, lo que no solo fomenta el empleo regional, sino que también reduce las emisiones asociadas al transporte de materiales.
“Estamos creando empleo local y fomentando la sostenibilidad económica, al mismo tiempo que garantizamos cercanía operativa”, detalla Lozano.
Sin embargo, aquí surge otro desafío: la coordinación técnica entre instaladores y distribuidores especializados.
Aunque la instalación puede completarse en tiempo récord, conectar el sistema a la red eléctrica puede añadir otros tres a seis meses al proceso, debido a los ajustes técnicos necesarios.
Cuarto: Conexión a la red y compensación económica
Aunque las instalaciones comienzan a evacuar energía a los seis meses de su inicio, las comunidades no comienzan a recibir ingresos hasta que se formalizan los pagos retroactivos, lo que puede tomar hasta un año.
Esto representa un desafío financiero adicional, ya que los grupos motores deben prever los costes iniciales sin ingresos inmediatos.
“Los pagos retroactivos pueden tardar hasta un año en llegar, y eso obliga a las comunidades a ser financieramente resilientes. Sin este respaldo, muchos proyectos quedarían en el camino”, alerta Lozano.
La interconexión de comunidades y la escalabilidad
La legislación española limita actualmente las comunidades energéticas a un radio de dos kilómetros, lo que restringe su alcance y potencial de escalabilidad.
No obstante, el especialista ve en los mercados de energía local una solución prometedora: “Podemos conectar comunidades hermanadas para optimizar recursos y fomentar una red energética más amplia y eficiente”.
Más allá de los desafíos, las comunidades energéticas están transformando el panorama del autoconsumo en España.
Según datos de Agrupa Energía, un techo de 1.000 kW puede generar hasta 2.200 megavatios hora al año, suficiente para cubrir las necesidades de miles de familias e industrias a un costo competitivo.
“Estamos en un momento crucial para la energía fotovoltaica. Tenemos la tecnología, pero necesitamos procesos más ágiles e incentivos más sólidos para maximizar su impacto. El futuro de la descarbonización depende de ello”, concluye Lozano.
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