La transición hacia un sistema energético global sostenible enfrenta múltiples barreras que comprometen los objetivos del Acuerdo de París y la meta de limitar el calentamiento global a 1,5°C. Según el informe «Perspectiva Mundial de Transiciones Energéticas 2024» de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), alcanzar estos objetivos exige triplicar la capacidad renovable instalada y duplicar la eficiencia energética para 2030. Sin embargo, las barreras estructurales, financieras y tecnológicas continúan siendo desafíos significativos.
Barreras estructurales y desigualdad global
Una de las principales limitaciones es la infraestructura energética obsoleta, diseñada para combustibles fósiles. «La modernización de las redes eléctricas es esencial para integrar energías renovables a gran escala», subraya el informe. Además, la falta de marcos regulatorios adecuados y una planificación energética insuficiente genera incertidumbre para los inversores, dificultando la transición.
Otro problema crítico es la desigualdad en el acceso a la financiación y las tecnologías limpias. En 2023, las economías avanzadas concentraron el 47% de la inversión global en energías renovables, mientras que más de 150 países en desarrollo, que representan la mitad de la población mundial, recibieron apenas el 10%. «Esto perpetúa las desigualdades energéticas y limita las oportunidades de desarrollo en el Sur Global», detalla el documento.
El desafío de la financiación internacional
La financiación internacional juega un rol decisivo en cerrar esta brecha. «Es fundamental canalizar recursos hacia los países con mayor necesidad y potencial en energías renovables, especialmente en África», señala el informe de IRENA. Sin embargo, los altos costos iniciales, junto con los riesgos percibidos en mercados emergentes, dificultan la movilización de capital privado.
Para abordar estos desafíos, el informe propone mecanismos como el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG), que será debatido en la COP29, y estrategias de des-riesgo que faciliten la inversión privada. «El financiamiento público debe actuar como catalizador para reducir los riesgos y atraer capital privado», enfatiza IRENA.
La concentración geográfica de la inversión
Otro obstáculo destacado es la concentración geográfica de la inversión en energías renovables. Mientras que economías como China, Estados Unidos y Brasil lideran en inversión, países menos desarrollados enfrentan dificultades significativas. «A pesar de su alto potencial de recursos renovables, los países africanos no logran atraer flujos financieros significativos», añade el informe.
Esta disparidad tiene implicaciones serias: limita el acceso a la energía limpia, reduce el impacto global en la lucha contra el cambio climático y perpetúa una transición energética desigual. Por ello, IRENA destaca la necesidad de desarrollar marcos regulatorios sólidos y aumentar la colaboración internacional para movilizar recursos hacia el Sur Global.
Los objetivos de la COP28 y el camino hacia 2030
La COP28, celebrada en Dubái, estableció objetivos ambiciosos para 2030, incluyendo triplicar la capacidad de energía renovable instalada a nivel mundial y duplicar la eficiencia energética. Estos compromisos buscan descarbonizar el sistema energético global y limitar el calentamiento a 1,5°C.
Para lograrlo, la capacidad de energía solar fotovoltaica deberá cuadruplicarse, alcanzando 5.457 GW en 2030, y será crucial electrificar sectores como el transporte, la industria y la construcción. «Estas metas requieren una acción concertada entre gobiernos, empresas e inversores, junto con un cambio estructural económico», afirma el informe.
Superar las barreras en la transición energética global es imprescindible para garantizar un futuro sostenible, equitativo y próspero. El informe de IRENA deja claro que la colaboración internacional, la financiación inclusiva y el desarrollo de infraestructuras modernas son claves para cerrar la brecha entre países desarrollados y en desarrollo. Como señala el documento, «una transición energética justa e inclusiva no solo es un imperativo climático, sino también una oportunidad para transformar la economía global».
0 comentarios