Durante 2023, España ha registrado una demanda de 244.686 GWh, un 2,3% menos que en 2022, siguiendo la tendencia de la última década que acumula una caída del 6%, según datos de Red Eléctrica, mientras que la potencia instalada aumentó un 12,16% en los últimos cinco años. 

El riesgo de no lograr acompasar el crecimiento de ambos factores es la pérdida de rentabilidad y del interés por la inversión de proyectos renovables y, por lo tanto, la transición energética planificada en el PNIEC.

Si se tiene en cuenta el último borrador presentado que puede aprobarse este año, el horizonte 2030 es contar con una demanda de 316.5 TWh, un 20% más de la actual, y 203.649 MW de potencia instalada. 

La realidad de hoy alarma a los referentes del sector quienes temen que las políticas y planificaciones estén enfocadas en sumar generación renovable, dejando de lado incentivos para fomentar la electrificación de la demanda. 

En este sentido, algunos ponen el foco en la reindustrialización como el principal eje de la recuperación del consumo, pero otros consideran que la competencia por ser un parque atractivo para las industrias es muy alta y con tener un precio de la energía bajo no alcanza. 

Para Kim Keats Martínez, el foco de la transición energética debería estar puesto en capitalizar el potencial de conversión de los principales consumidores energéticos de derivados del petróleo y gas natural. 

El Director en K4K Training & Advisory y EKON Strategy Consulting, comparte con Energía Estratégica España su posición respecto a que son los vehículos eléctricos y la electrificación de la calefacción de los hogares los segmentos que harán posible acompasar el desarrollo esperado por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. 

En este sentido, subraya que “la tercera parte del consumo total de energía del país la realiza el transporte por carretera”, un porcentaje que podría convertirse en consumo renovable si se fomenta el uso de coches eléctricos.

“Sin embargo no vemos que los españoles estén acompañando los objetivos porque es caro hacerlo, por lo que los incentivos económicos y programas de concientización deberían prestar toda su atención en este segmento”, declara el consultor.

El objetivo marcado por el PNIEC es que en 2030 lo hagan 5,5 millones de automóviles, un 16% del total del parque de vehículos de ese año, y aunque el 2023 fue un gran año para la venta de estos coches con un aumento del 73,4%, los especialistas sostienen que «es prácticamente imposible de conseguir» estos números. 

Otro de los segmentos en los que Keats Martínez encuentra gran potencial de descarbonización y aumento de la demanda eléctrica es en los sistemas de calefacción y cocina de los hogares, donde el consumo de derivados del petróleo y gas natural todavía aportan 10% del consumo total de energía del país.

“Esto debe ser tomado como medida prioritaria”, considera y reconoce que la falta de conocimiento y la resistencia al cambio son barreras importantes que deben superarse.

En este sentido, critica el diseño de ayudas y subvenciones actuales que se enfocan en sectores que ya están al tanto de su rol en la transición energética y cuentan con los recursos para hacerlo.

Por último, sugiere que desde los gobiernos se propongan lograr un mayor empoderamiento de los consumidores residenciales para asimilar su protagonismo en la transición energética.